Hoy volví a caminar por mi ciudad, lento, sin rumbo, sin
tiempo. Y como tantas otras veces mis pasos me llevaron a las calles de mi
niñez. Entre recuerdos observé como algunas cosas han ido cambiando y otras, la
gran mayoría, siguen inexorablemente iguales, como mi costumbre de sacar fotos
a las iglesias por menos creyente que sea. El tiempo pasa para Montevideo de la
misma forma que pasa para mí.