De esas carreras que no se pueden dejar pasar, por menos entrenamiento que uno tenga.
Hace un año me preguntaba ¿Cuando es la próxima? y pasaron varias carreras, pero ninguna se iguala (por ahora) a esta.
Así que volví a correr, trepar y bajar entre piedras y barro.
Las piernas acalambrandose 500 metros antes de la meta, no impidieron seguir pensando, y seguir sintiendo, que a pesar de las heridas, queda en nuestras mentes y en nuestras almas (o ánimas) la inmensa alegría de saber que todos los desafíos se pueden cumplir.
Hoy me encontré con Walter, quién a pesar de su herida de guerra y el recuerdo que se trajo de la carrera, reflejaba en su mirada esa alegría de la que hablo.
Todas las fotos de la partida y llegada, unas 1400, tomadas por Roxana Visca están aquí.
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