18 septiembre 2009
Semana Post Maratón.
Algo no funciona bien, recorro las páginas de atletismo y solo me encuentro con románticos relatos y hasta algún poema sobre maratones y el esfuerzo y sacrificio de abnegados corredores que tras meses de entrenamiento cruzaron la meta luego de recorrer 42195 metros.
Agradecimientos a la madre, a los hijos, a esposas y esposos, y hasta saludos para el almacenero que les separaba las mejores bananas.
Sigo preguntándome de donde surge esa necesidad de tener que relatar con lujo de detalles que músculo dolió en tal kilometro, y a cuantos amigos saludé en la última parte de la carrera o después de cruzar el arco, o si tome un gel en el km 20 o en el 35, si el agua estaba tibia, caliente o fría. Debe ser que los que corren quedan tan doloridos que lo único que pueden mover son los dedos sobre el teclado.
Ya tendré oportunidad de contar mi experiencia, y derramar unas cuantas lagrimas, supongo que el próximo año, siempre y cuando logre convencerme y aprender ciertas cosas sobre el entrenamiento que me tienen confundido.
Como pude haber renunciado a correr el maratón de Punta del Este porque el invierno estaba muy frío y no me daban las ganas para correr todos los días, cuando Dulce de Leche se entrena para los 42k de Villa La Angostura haciendo bicicleta estática y método Pilates, mientras recorre el país buscando carreras de 8K para tomarlos como fondos.
Aún recuerdo el día, fue el 3 de Junio cuando con JX, Trillas y Rai nos comprometimos a comenzar el entrenamiento para el maratón. Los dos primeros lo cumplieron, y el tercero me llevo engañado un par de semanas hasta que guiado por la locura viajera de Dulce de Leche cambió de opinión. Yo no necesitaba demasiado para desistir, siempre dije que soy fácil de convencer, y ante los primeros fríos decidí quedarme en casa y esperar otro año más.
No es fácil salir en invierno a correr todos los días, la estufita es más alentadora que la rambla y el acolchado siempre esta más pesado en la mañana, como para poder levantarlo temprano y salir de la cama. Más importante que los kilómetros recorridos, son las horas que se le dedican a entrenar y se le roban a la familia, al trabajo y al tiempo de descanso.
No se trata de rendimiento, no se trata de fortaleza, no se trata de resistencia, se trata de voluntad, y eso no se entrena, se tiene o no se tiene.
Algo no está bien, mientras escucho conversaciones sobre alimentos integrales, discusiones sobre cuantas calorías aporta un alfajor de dulce de leche, y si es mejor mezclar la granola con miel o con yogur, en lo único que pienso es en llegar a casa para llamar al delivery de la pizzería y mientras lo espere, releer las crónicas, mirar las fotos, recordar lo vivido el domingo desde afuera y esperar a que llegue mi momento.
En lo único que pude ocupar mí tiempo esta semana fue en prestar atención a mis dolencias y luego de superar mis miedos, tras 15 días sin moverme, correr durante 30 minutos a un paso que casi no se diferenciaba con caminar.
Digamos que es el comienzo de mi preparación para el próximo maratón.
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