Los corredores pasando por la puerta, varios parroquianos en la vereda aplaudiendo el paso de los atlétas, algunos vuelven a entrar y continúan su charla. Uno en especial llama mi atención, su mesa esta vacía, su mirada perdida, vagando en sus pensamientos.
Ni los corredores en la calle, ni los parroquianos con su charla, ni el molesto fotógrafo que se sentó en su mesa con un simple "permiso", pudieron distraerlo.