Estas tardecitas otoñales pagaría por mudar unas horas la oficina a cualquier plaza y disfrutar del sol, el aire y el movimiento de la ciudad. Pero no tengo la suerte de algunos que tienen suficiente cable de teléfono para hacerlo cuando quieren.
Ya somos dos...Cuando quiero acordar, me encuentro con el tubo en la oreja y la nariz contra el vidrio, observado la suerte de los barrenderos disfrutando el sol en su cara mientras sus escobas bailan al compás del airecillo que corre...
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Ya somos dos...Cuando quiero acordar, me encuentro con el tubo en la oreja y la nariz contra el vidrio, observado la suerte de los barrenderos disfrutando el sol en su cara mientras sus escobas bailan al compás del airecillo que corre...
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