22 octubre 2009

Viernes 16 de octubre. Con más calma.

Una cagada el domingo, podía haber salido todo bien, pero no tuvimos suerte.

Podía haber salido el sol, pero fue el único momento de la semana que llovió.
Los Pumas podrían haber tenido equipos de lluvia, pero quién pudo haber pensado de antemano que no iban a ir porque si se mojaban de mañana, tenían que trabajar todo el día mojados. Cosas que solo pueden pasar en un país mediocre como este.

No hay forma de pedir disculpas, fue una cagada para todos, algo que nadie pudo prever arruino una fiesta que estaba organizada desde hacía mucho tiempo para que fuera perfecta.

Cuando estas cosas pasan, todos nos calentamos, los que organizan, los que tienen que dar la cara y las explicaciones, los que solo quería correr en hora, y los que escribimos en caliente comunicados y crónicas.

Los días pasan y uno puede ir viendo con más claridad y con más calma todo, el tiempo hace razonar y darse cuenta que a veces no se usan las palabras adecuadas para expresar la rabia que uno siente cuando las cosas no salen bien.
De todo se aprende, creo que ya lo he dicho, cada uno sabrá rescatar lo bueno y lo malo para no volver a repetir errores.

Ya vendrán otras carreras, y con ellas más críticas, no podemos dejar de ser lo que somos, unos tipos que corremos, opinamos, nos calentamos, y volvemos a correr.
Somos tres millones de directores técnicos, somos todos analistas políticos, opinamos de todos los temas como si de verdad supiéramos, y lo que es peor nos convencemos a nosotros mismos que de verdad sabemos de todo lo que hablamos.
No nos damos cuenta que el 90 % de las veces hablamos por hablar, y algunos hasta escribimos.

Criticamos a los que trabajan y a los que no hacen nada, criticamos a los que critican y a los que se cayán la boca. “Ese lo único que hace es hablar”, “Ese, es un boludo que no dice nunca nada”

Somos capaces de convertir nuestra pasión, algo tan simple como correr, en un montón de disputas, de dimes y diretes, de mensajes anónimos tratando de crear conflictos, de ensuciar, no importa de que manera, a quién no nos cae bien.

Cualquier mente sana, con algo de inteligencia, nos miraría de lejos y seguro sentiría lástima de tanta hipocresía.

Quién este libre de culpa que tire la primera piedra.

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