La pared inmensa enfrente, la cancha de monolítico impecablemente fría a los pies.
La paleta Guastavino de 480 grs. se hamaca en mi mano derecha, busca pegarle a la Spalding azul con fuerza y precisión, a veces lo logra, a veces no.
Al ruido de la pelota siendo golpeada por la paleta y rebotando contra la pared, solo lo acompaña el sonido de la respiración de los jugadores, entre tanto y tanto algún chiste, alguna risa o baboseada, y a seguir jugando.
Las carreras cortitas para llegar a la pelota antes del segundo pique se repiten una y otra vez. Los partidos a 21 pasan uno tras otro.
Más tarde vendrán los 45 minutos de gimnasia, las dos horas de fútbol de salón, y tres veces por semana, las prácticas de voleibol hasta las 12 de la noche.
Al otro día el madrugón, para ir a trabajar en bicicleta.
Hace 20 años el tiempo y el cuerpo me daba para todo esto, hoy lo más agotador que hago es ejercitar los dedos sobre el teclado.
Hace 20 años Benjamín Sinclair Johnson corría los 100 mts en 9,79 segundos batiendo un record que le duraría solo tres días por culpa de los malditos esteroides. No solo perdería una medalla, también la posibilidad de ganar entre 10 y 15 millones de dólares en contratos. Eso si, ganaría la carga de ser recordado por ser alguien con muchos musculos y poco cerebro.
No voy a caer en la pavada de mencionar que a fines de los 80, en este país, los cuadros grandes eran cuadros grandes, y disputaban finales de campeonatos de América y del mundo. Ni que Uruguay podía jugar en tres mundiales seguidos, aunque siempre perdiera en la misma fase.
Por suerte ya no me importaba el fútbol y de a poco me iba dando cuenta que no tenía las cualidades para destacarme en ningún deporte. Lo mío era solo participar y divertirme, difícil que le ganara a alguien.
Después de tomar conciencia de mis dificultades para brillar en lo deportivo, decidí entrar en un largo receso para planificar mi regreso a las canchas con mayor éxito.
Luego de casi 15 años sin actividad volví a la práctica deportiva, pero como ustedes saben sin lograr destacarme, por lo menos en lo que se refiere al rendimiento.
Lo pensé, y lo pensé hasta que mirando por la tele al Jamaiquino Usain bajar sus records con tanta facilidad, y después de ver la belleza de sudafricana Semenya a quien le cuestionan su sexualidad, hice una asociación de ideas con lo sucedido a Ben Johnson.
Antes de lograr mejorar sus tiempos, Johnson contrató varios agentes y médicos, como el estadounidense Larry Heidebrecht y el libanés Jamie Astaphan , por lo que he pensado seguir su ejemplo y contratar a un cirujano plástico para que moldee mi figura y a un coreógrafo que me ayude a estilizar mi estilo de carrera, así como también algún traficante que me proporcione algunas sustancias prohibidas. De toda esta mezcla de especialistas surgirá un nuevo Tubino.
Un tipo veloz como Bolt, con grandes aspiraciones como Johnson y de una belleza indiscutida en el correr como Semenya.
¿Quién sabe?, el tiempo pasa, lo que parecía imposible hace 20 años, ya lo vemos con normalidad hoy. Ya no nos preguntamos si será posible bajar el record de los 100 metros, solo esperamos con ansiedad conocer en cuantas milésimas de segundo se detendrá la próxima vez el reloj.
Si en las fotos de hace uno o dos años veo al mismo compañero gordito que ahora se me adelanta con facilidad en todas las carreras, ¿no será posible que en algún momento sea yo el que llegue primero a la línea de meta?
¿Quién sabe, no?
1 comentario:
Usted sabe lo que pasaría si un día logra alcanzar la meta antes (sea del compañero gordito o sea antes que todos los demás): inmediatamente recuperado el aliento, la atormentada psiquis de un corredor pergenia un nuevo desafío.
Yo no pude encontrar manera de evitarlo. Me han dicho que es normal. "Normal", para los parámetros de un corredor, claro...
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