16 diciembre 2009

Viernes de festejo, viernes de balance.



Último mes del año, estamos todos cansados, pero igual seguimos entrenando. Últimos fines de semana libres pero igual nos hacemos algún viajecito para ir a correr.
Mes de despedidas, de juntarse con amigos, de tomar unas cervecitas bien frías y aumentar unos kilos. De caminar por 18 buscando regalos, de visitar los shopping aprovechando descuentos, quejándonos de la cantidad de gente que hace lo mismo que nosotros.
Armar el arbolito, decorar la oficina, la casa o el almacén, mandar y recibir saludos, nos va cambiando de a poco el ánimo. Se terminan las clases, las maestras dicen las mismas cosas y se emocionan como todos los años y nuestros hijos crecen y nos siguen demostrando que la vida es corta.

Se fue otro año, muchas carreras, muchos kilómetros y nuestros pies no se desgastan, seguimos programando el verano de acuerdo a dónde iremos a correr, algunos descansaron un poco y ya están pensando en el entrenamiento y las carreras del año próximo, otros no se detuvieron y siguen al mismo ritmo durante estos meses como si darle un descanso al cuerpo fuera traicionar a su religión.

Terminó el campeonato y hoy festejamos, algunos lo harán por sus posiciones, por sus tiempos, o por los resultados de su equipo. Por la constancia y por el esfuerzo de lograr sus objetivos o por el solo hecho de intentarlo.

Tubino no quiere ser cursi, ponerse novelero ni demostrar una sensibilidad que nunca tuvo. Pero este fin de año va a ser egoísta y festejar por sus propios logros que van más allá de los deportivos.

( ¡Te gané, si a vos que te mataste entrenando, te gané porque faltaste a una fecha para irte a correr a la Angostura ijunagranputa!, te gané!!)

Tubino este año ganó, porque entendió que mejorar los tiempos no era tan importante, y que en verdad corre por que antes, durante y después de cada carrera encuentra amigos a los que puede mirar a la cara, putear, felicitar, aconsejar o simplemente escuchar.
Aprendió que cada corredor tiene sus problemas, sus dramas con la mujer, con su esposo o con su amante, con los hijos o con las nueras, con los jefes o con sus compañeros de laburo, con el vecino o con la perra de la vecina (o con la vecina que es una perra); problemas que quiere dejar en otro lugar, muy lejos de un circuito donde no importa si mide 100 o 200 metros más de lo que dice el organizador.

Este año, este lento corredor supo perdonar, supo entender que todos cometemos errores, que somos humanos y nos equivocamos, que a veces con esos errores lastimamos a los que más nos quieren y que muchas veces no es posible volver atrás.

Este tipo laburante y charlatán, que sabe poco de muchas cosas, aprendió a reconocer en pequeños gestos el valor de la amistad, lo encontró en una foto de una página web, en un comentario al pasar de una crónica que lo menciona, en un grito de aliento en una calle empinada, en una palabra cálida de una gris ventana de Messenger, en el trago largo de una fría cerveza compartida con amigos.

Este cronista medio pelo, conto su vida, sus trasnochadas, sus broncas y sus alegrías, escribió de todo un poco, un poco en serio, un poco en broma, a veces con ganas, a veces dormido, a veces con faltas, se río de sus problemas, de sus amigos y de sus enemigos. Y también lloró un poco.
Con sus crónicas descubrió que hay muchos “Tubinos” como él corriendo por la rambla, por el prado, por calles y avenidas, esquivando cada uno sus propios obstáculos tratándole de ganar siempre un segundo más a la vida.

En este año que termina Tubino festeja por lo que ganó estando junto a ustedes.

Salud! Me voy a tomar un vinito…

1 comentario:

laikamb dijo...

Si me permites, me atrevo a acompañarte con mi copa en alto. Agradeciéndote por dejarme ser parte de tus crónicas, y en cierta parte de tu vida. Por expresar lo que mis escuetas palabras no saben decir. Por ayudarme a entender que no estoy sola en esto que alguien se ocupó en llamar vida, y que siempre habrá con quien compartir, de una forma u otra, las miserias y bellezas de nuestros tiempos.